De hecho, si un extraterrestre aterrizara en el centro de Tokio, de lo único que se enteraría es de que la Tierra sufre una pandemia que obliga a sus habitantes a ir con mascarillas y a guardar las distancias, impidiéndoles lo que más le gusta hacer: juntarse para comer, beber, reír y lo que se tercie, pero, eso sí, bien apretaditos.